Hijo de Giovanny Ayala rompe el silencio sobre su secuestro: caminatas, cadenas, miedo y el rescate que cambió su vida
Miguel Ayala reveló en el pódcast Más Allá del Silencio de Rafael Poveda detalles inéditos de los catorce días que pasó encadenado en la selva del Cauca, junto a su mánager Nicolás Pantoja
El secuestro de Miguel Ayala, hijo del reconocido cantante de música popular Giovanny Ayala, se convirtió en uno de los episodios más sonados y comentados de los últimos meses. Tras más de dos semanas retenidos por las disidencias de las FARC en una zona boscosa del Cauca, el joven artista decidió contar su historia en una conversación con Rafael Poveda en el pódcast Más Allá del Silencio, donde también participaron su padre y su mánager, Nicolás Pantoja.
En el diálogo, Miguel y Nicolás reconstruyeron los días de cautiverio con un nivel de detalle que hasta ahora no había salido a la luz, mientras Giovanny reveló la desesperación, las oraciones y las negociaciones que vivió a contrarreloj para lograr que su hijo regresara con vida.
El momento del secuestro
En conversación con Poveda, Miguel relató que el viaje hacia Cali parecía rutinario tras una presentación en el Cauca. Sin embargo, cuarenta minutos después de salir de Popayán, un carro los embistió por detrás y luego los encerró, obligándolos a detenerse.
Según contó, no hubo tiempo de comprender lo que ocurría: “Pensamos que era un robo. Les dijimos que se llevaran todo. Pero cuando hablaron de la plata de la presentación entendimos que no. Nos cambiaron de carro, nos encapucharon y ahí empezó otra vida. Una vida de miedo”, describió.
Nicolás, sentado junto a él en el estudio de Más Allá del Silencio, confirmó cada palabra. Ambos coinciden en que el trayecto hacia la montaña fue la primera señal del infierno que estaba por venir.
“Todo estaba oscuro. Solo veíamos estrellas. Yo caminaba sin un zapato, con piedras enterrándose en los pies, y pensaba: ¿por qué a mí? Si yo solo quiero cantar”, dijo Miguel.
Uno de los momentos más impactantes de la entrevista ocurrió cuando Poveda preguntó por qué Nicolás, quien sí tenía opción de ser liberado, decidió quedarse secuestrado junto a Miguel.
Nicolás no vaciló al recordar: “Ellos me dijeron que me podía ir. Que a mí no me querían. Pero pensé que si lo dejaban solo, lo mataban. En ese instante entendí que mi lugar era quedarme con él, así fuera para lo peor”, comentó.
Miguel lo miró desde la otra silla con una mezcla de gratitud y dolor: “Nico fue mi sostén. Cuando me quería rendir, él me hablaba. Él me mantuvo vivo”, dijo.
Caminatas interminables y amarrados con cadenas
En Más Allá del Silencio, Poveda profundizó en los días dentro del cambuche. Los jóvenes explicaron que caminaron horas entre barro y piedras hasta llegar al lugar donde permanecerían encadenados durante casi dos semanas.
Miguel recordó que dormían sobre plástico húmedo, sin poder moverse y vigilados constantemente. “Nos ataban los pies y a veces también las manos. Yo escuchaba animales, bichos, ramas quebrándose. Dormíamos pegados a un palo. El frío era insoportable. Una noche me picó algo y pensé que era una culebra. Yo no se lo deseo a nadie”, relató el joven cantante.
El agua que les daban provenía directamente de la quebrada y la comida era escasa. Nicolás añadió: “Yo veía que Miguel ya no quería ni comer. Le dolían los pies, las rodillas, las manos raspadas por las cadenas. Pero había que aguantar, porque si nos veían débiles, ellos se aprovechaban psicológicamente”.
La angustia de Giovanny Ayala
Mientras tanto, en Villavicencio, Giovanny Ayala vivía sus propias noches sin dormir. Ante Poveda confesó que recibió decenas de llamadas falsas, imitaciones de acentos y amenazas sin fundamento, todas exigiendo dinero. Pero la incertidumbre lo consumía.
“Yo caminaba mi casa cien veces. Le decía a Dios: si tengo que vender todo, lo vendo. Pero devuélveme a mi hijo. El que tiene su dolor lo llora… y yo estaba muerto en vida”, contó Ayala sobre sus semanas de angustia sobre este episodio que jamás pensó en experimentar.
El Gaula le pedía calma, pero el cantante reconoció que llegó un punto en el que perder la fe parecía más fácil que sostenerla. Sin embargo, el cantante no pudo evitar las lágrimas al recordar la llamada en la que escuchó nuevamente a Miguel.
“Cuando dijo ‘papi’, sentí la vida volver a mi cuerpo. Grité: ‘¡Gloria a Dios, soltaron a mi hijo!’. Ese día entendí lo que es un milagro”, dijo con profunda emoción.
El rescate
Miguel, por su parte continúo con su relato recordando que tres días antes del rescate tuvo un presentimiento extraño. Lo atribuye a una mariposa que apareció dentro del toldillo, algo inexplicable porque nunca dejaban el espacio abierto.
“Le dije a Nico: no la mate. Esto es una señal. Y yo no sé por qué, pero sentí que algo iba a pasar”. Y pasó. El 2 de diciembre, escucharon ruidos fuertes y luego varios disparos. Se lanzaron al suelo y cayeron en un hueco que jamás habían visto, justo debajo de su colchón improvisado. Miguel asegura que por un instante creyó que los iban a matar.
“Yo vi una bota verde. Grité: ¿son los buenos? ¿son los buenos? No quería ilusionarme. Hasta que escuché: ‘Somos Gaula Policía Nacional. Bienvenidos a la libertad’. Ahí me rompí”. El helicóptero llegó minutos después.
Nicolás recordó que mientras los subían, vio a uno de los policías llorando. “Era como si estuvieran rescatando a un hijo suyo. Fue un momento que no voy a olvidar jamás”.
La última pregunta de Poveda fue sencilla, pero devastadora: ¿Qué les dirías a quienes te retuvieron? Miguel bajó la mirada antes de responder. “No les deseo el mal. Algunos estaban obligados. Que Dios los bendiga y piensen antes de dañar a una familia”, concluyó.